PERSPECTIVA DE GÉNERO
La perspectiva o enfoque de género se ha asumido, desde el paradigma de
Desarrollo Humano, en todos los Estados pertenecientes a la Organización de
Naciones Unidas (ONU), con el objetivo de avanzar en el camino hacia la equidad
de género. Esta constituye un marco teórico que brinda categorías o
herramientas para analizar las causas y consecuencias de las desigualdades de
género; así como para incorporar de manera sistemática el principio de igualdad
de oportunidades entre mujeres y hombres.
Principalmente, el enfoque de
género, consiste en una forma de mirar y de pensar los procesos sociales, las
necesidades y las demandas tanto de mujeres como de hombres e impulsar la adquisición, tanto individual
como colectiva, de los instrumentos necesarios para superar los obstáculos que
impiden la igualdad real entre los géneros. Desde esta perspectiva, se
cuestionan las estructuras, los valores y los roles sociales que han ido
adquiriendo las mujeres y los hombres a lo largo del proceso de socialización
diferenciada, donde se transmiten diferentes expectativas de cómo “debe ser una
mujer” y cómo “debe ser un hombre”, es decir, a esas diferencias biológicas que
se convierten sistemáticamente en desigualdades sociales; colocando a las
mujeres en desventaja con respecto a los hombres desde el mismo nacimiento.
(DEDAA, 2009)
Según el PNUD (2007), el Desarrollo
Humano desde el enfoque género (GDH) subraya tanto el impacto diferencial de
las políticas sobre mujeres y varones, como el efecto negativo de la
desigualdad de género en el desarrollo humano. En este sentido, se reconoce que
las desigualdades basadas en el sexo son un rasgo persistente de todas las
sociedades y son el resultado de normas, prácticas y relaciones de poder
socialmente construidas; pero también se reconoce que la igualdad de
oportunidades entre mujeres y hombres es esencial para abordar los retos
principales de la humanidad, la pobreza y la exclusión, así como para lograr un
desarrollo sostenible centrado en la persona.
Por tanto, la preocupación por
lograr las metas de la igualdad y equidad de género son vitales no sólo para
mejorar las condiciones económicas, sociales y políticas de la sociedad en su
conjunto, sino para lograr una ciudadanía plena. Es un asunto de derechos
humanos y justicia social: la igualdad
de género es tanto un objetivo como un medio de desarrollo.
El objetivo de la Igualdad y la Equidad de Género
La igualdad de género supone que los diferentes comportamientos,
aspiraciones y necesidades de las mujeres y los hombres se consideren, valoren
y promuevan de igual manera. Ello no significa que mujeres y hombres deban ser
iguales, sino que sus derechos, responsabilidades y oportunidades no dependan
del sexo con el que han nacido. La igualdad de género implica la idea de que
todos los seres humanos, hombres y mujeres, son libres para desarrollar sus
capacidades personales y para tomar decisiones.
Por tal razón, la búsqueda de la igualdad de género
es un elemento central desde una visión de sostenibilidad; en la cual cada
miembro de la sociedad respeta a los demás y desempeña un papel que le permite
aprovechar su potencial al máximo. La amplia meta de la igualdad de género es
una meta social a la que la educación y las demás instituciones sociales deben
contribuir.
El medio para lograr la igualdad es
la equidad de género, entendida como
la justicia en el tratamiento a mujeres y hombres de acuerdo a sus respectivas
necesidades, es decir, dar a cada quien -sea hombre o mujer- lo que merece y
necesita; según los méritos y condiciones, tomando en cuenta sus necesidades y
sus posibilidades. La equidad supone no favorecer a una de las partes si se
afecta a la otra y darle más al que está en situación de desventaja,
compensándole de forma que pueda igualar al que tiene mayores oportunidades. De ahí que podamos establecer, por
tanto, que para lograr el objetivo de equidad de género se tienen que producir
o generar dos situaciones concretas y fundamentales: por un lado, estaría la
igualdad de oportunidades y por otro, la creación de una serie de condiciones
determinadas para que se puedan aprovechar dichas oportunidades.
Desigualdad de Género
Para comprender con mayor profundidad
cómo y en qué consiste la problemática presente de la desigualdad de género, es
necesario ubicarnos en el modelo social androcéntrico, predominante en nuestra
cultura. Este androcentrismo se nutre del sistema ideológico patriarcal que
genera la desigualdad al asociar Sexo-Género. Esta asociación repercute en las
distintas oportunidades asociadas con ser hombres y mujeres en los ámbitos
económicos, sociales, políticos y culturales; en las diferencias en las
actividades que se desempeñan, en el desajuste sobre el acceso y control de los
recursos y en la participación en la toma de decisiones. Estas desigualdades,
generadas por el modelo androcéntrico, son un impedimento para el desarrollo
porque limitan las posibilidades de las mujeres y los hombres de desarrollar y
ejercer plenamente sus capacidades, tanto en beneficio propio como para el bien
de la sociedad en general.
Es necesario, entonces, desligar
estas concepciones.
Así entendemos que Sexo es la diferencia biológica que
traemos al nacer, se expresa en los genitales y nos define como hombres o mujeres. Esa diferencia genital produce
diferencias en las funciones que desarrollamos en el proceso sexual y
reproductivo; funciones que - por otro lado- son complementarias.
En cambio, Género es una construcción cultural que hace referencia al tipo de
relaciones que se establecen entre hombres y mujeres de una sociedad
particular, con base en las características, los roles, las oportunidades y las
posibilidades que el grupo social asigna a cada uno de aquellos y aquellas. En
este sentido, identifica diferencias y relaciones determinadas culturalmente,
susceptibles de ser transformadas, y no particularidades biológicas,
determinadas por el sexo.
En nuestra sociedad, desde que
nacemos empezamos a recibir mensajes de los adultos que nos van inculcando
sobre cómo comportarnos en relación a nuestro cuerpo y la sexualidad. Por
ejemplo: si el bebé va a ser varón, la ropa y el entorno debe ser celestito; si
es niña, debe ser rosadito. También lo podemos ver como ejemplo en los juegos:
el niño debe jugar con carros, camiones, juegos activos o bruscos, pistolas y
juegos de guerra; en cambio la niña debe
jugar con muñecas y trastecitos.
Elisa Jiménez -especialista
Venezolana- nos dice en sus cartillas de Educación Sexual que desde entonces el niño o la niña comienzan a formar
sus sentimientos sexuales, desde entonces comienza a aprender cómo se es hombre
y cómo se es mujer, desde entonces aprende una manera de relacionarse con su
cuerpo. Cada uno de estos aprendizajes es fundamental para su formación como
persona y como ser sexual.
Por
eso, reafirmamos que la discriminación de género está imbricada en el tejido de
las sociedades. Por ejemplo, a los hombres se les asigna un rol productivo y a
las mujeres un rol reproductivo. Esto hace que en muchas sociedades, las
mujeres lleven la carga principal de la producción de alimentos y la crianza de
los niños y que a menudo sean excluidas de las decisiones familiares o
comunitarias que afectan a sus vidas y bienestar. Por otro lado, también se
observa cómo las mujeres están, en algunos casos, superando esta división
sexual con la incorporación masiva al trabajo laboral remunerado, pero sin
dejar de realizar todo o la mayoría del trabajo reproductivo. Todo ello a costa
de hacer un uso intensivo del tiempo y realizar múltiples tareas a la vez (el
tiempo es circular, el día parece no terminar nunca). Sin embargo, los hombres
no se están incorporando ni responsabilizando en igual medida a las tareas de
reproducción, cuidados y organización del hogar (su tiempo es lineal porque es
planificado, y por eso deducimos que tienen mucho más control sobre su uso).
Esta división sexual del trabajo trae consigo una sobrecarga excesiva de
trabajo para las mujeres, que en algunos casos, y no siempre por elección
propia, se ven obligadas a dejar el mercado laboral, poniendo en riesgo su
propia independencia económica, autonomía y equilibrio emocional. (DEDAA,
2009)
Avances en la agenda mundial sobre la perspectiva de género
En la agenda internacional - desde
que en la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 se incorpora el
principio de igualdad - el enfoque de
género ha venido evolucionando y abordándose de forma sistemática en diferentes
espacios internacionales. Es importante destacar la lucha de las mujeres y del
movimiento feminista para que se produjeran avances en este objetivo de
desarrollo humano. Así podemos señalar como principales hitos en este aspecto:
➔ La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas
de Discriminación contra la Mujer (1979).
Esta establece que la
discriminación contra la mujer persiste y es un obstáculo para la participación
de la mujer, en las mismas condiciones que el hombre, en la vida política,
social, económica y cultural de los países.
➔ Conferencia Mundial sobre Educación para todos
(Jomtien, 1990 – Dakar, 2000)
Recoge entre sus objetivos la
eliminación de todas las disparidades entre los sexos en la enseñanza privada y
secundaria para el año 2015, asegurando a las niñas el acceso equitativo y sin
restricciones a una educación de calidad.
➔ Conferencia Mundial sobre los Derechos Humanos (
Viena, 1993)
Significó un avance importante en
este sentido. Por primera vez el tema de los derechos humanos de las mujeres
fue tratado como un tema independiente y no marginal. Además adopta la
declaración sobre la Eliminación de todas
las Formas de Discriminación de la Mujer y realiza la distinción entre
violencia "común" y la violencia contra las mujeres. La declaración
establece la violencia contra las mujeres como la violencia de la que se es
víctima por ser mujer o porque esta violencia afecta a las mujeres de forma
desproporcionada.
➔ Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social (Copenhague,
1995)
Se adopta el compromiso de asegurar
la plena igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.
➔ IV Conferencia Mundial sobre la Mujer ( Beijing, 1995)
Por primera vez, se articula la
Agenda de desarrollo y la de los derechos de las mujeres y se definen dos
estrategias claras para lograr los objetivos: el “mainstreaming” de género– el
reconocimiento de la necesidad de influir todas las metodologías, análisis,
políticas y planificación desde una perspectiva de género - y el “empoderamiento” de las mujeres. Esta
Conferencia constituye conjuntamente con su Declaración y Plataforma para la
Acción el referente para la acción internacional general más importante
respecto a la agenda de género en el desarrollo.
➔ Cumbre del Milenio ( Nueva York, 2000)
Especialmente, se reconoce la
necesidad de avanzar en los derechos humanos de las mujeres para alcanzar la
igualdad de género. Se establecen objetivos concretos y mensurables en equidad
de género, con relación a la educación; a la salud materna, además de un
objetivo específico (el Objetivo 3) sobre la igualdad de género y la autonomía
de las mujeres. Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) son una
estrategia de política y de comunicación para dinamizar la implementación de
los Planes de Acción acordados en los años noventa.
Género y Educación
La
educación desde sus inicios ha adoptado un modelo pedagógico androcéntrico. Ya
desde Rousseau, considerado el padre de la pedagogía moderna, en su obra “Emilio”
parte del principio patriarcal: educación separada de mujeres y hombres. Por lo
que se le ha denominado el padre de la pedagogía de subordinación. Con el
tiempo, el surgimiento de la escuela mixta marca el inicio de la igualdad
formal, lejana todavía de la igualdad
real porque la escuela no ha logrado superar el modelo imperante
androcentrista.
El ámbito educativo, en cualquiera
de sus niveles, reproduce el sistema sociocultural patriarcal a través de una
importante fuente de poder: el
conocimiento. La forma de conocer es androcéntrica porque simbólicamente se
valora lo masculino como paradigma de lo humano, es un conocimiento que
considera las experiencias vitales y visiones del mundo de la mitad de los
seres humanos generando invisibilización de la experiencia femenina en la
construcción del conocimiento. En el informe regional del PNUD (2013) aparece
de forma relevante que los logros de educación secundaria y terciaria están por
debajo de la media mundial, tanto en el caso de los varones como en el de
mujeres.
De acuerdo al informe de la ONU
(1996) existen aspectos del sistema educativo que siguen reproduciendo las
desigualdades de género:
❏ En buena
medida sigue habiendo un sesgo de género en los programas de estudio y el
material didáctico.
❏ Rara vez se
atiende a las necesidades especiales de las niñas y las mujeres, lo que
refuerza las funciones tradicionales de la mujer y del hombre, y priva a estas
últimas de la oportunidad de participar en la sociedad plenamente y en
condiciones de igualdad.
❏ La falta de
sensibilidad de los educadores de todos los niveles respecto a las diferencias
de género aumenta las desigualdades entre la mujer y el hombre al reforzar las
tendencias discriminatorias y socavar la autoestima de las niñas.
❏ La falta de
educación sexual y sobre la salud reproductiva tiene profundas repercusiones en
la mujer y el hombre.
❏ Hay, en
particular, sesgo de género en los programas de estudio de las ciencias. Los
libros de texto sobre ciencias no guardan relación con la experiencia cotidiana
de las mujeres y las niñas ni dan el debido reconocimiento a las mujeres
científicas.
❏ A menudo,
no se imparten a las niñas nociones y aptitudes técnicas básicas en las
matemáticas y las ciencias, que les proporcionarían conocimientos que podrían
aplicar para mejorar su vida cotidiana y aumentar sus oportunidades de empleo.
❏ Los
estudios avanzados de ciencia y tecnología no preparan a la mujer para
desempeñar una función activa en el desarrollo tecnológico e industrial de su
país, por lo que es preciso adoptar un enfoque múltiple respecto de la
capacitación profesional y técnica.
En el caso de Nicaragua, según un artículo
publicado en el Nuevo Diario (15 marzo 2012), la desigualdad de género y el
acceso a la educación a las niñas son dos de los principales retos pendientes
en la agenda mundial y nacional. En este artículo, expresan los representantes
de Plan Internacional - organismo que trabaja por los derechos de la niñez -
que en Nicaragua hay un bajo nivel educativo y que las niñas son más
vulnerables que los niños. Afirman que si bien es cierto que las cifras del
Ministerio de Educación muestran equiparadas la matrícula de varones y mujeres
en primaria, hay que tomar en cuenta que hay mucha deserción escolar femenina
ya que frecuentemente se les relega a papeles domésticos. También se señala que
en las escuelas las niñas están más propensas a sufrir discriminación y
maltrato, a la violencia y al abuso sexual.
Las
niñas sufren doble discriminación, lo primero por ser menores de edad y por ser
mujeres. Por eso estamos trabajando en la temática y forma parte de los ejes de nuestro Plan Estratégico III, en
el que se definen cinco programas: el de desarrollo integral de la primera
infancia, en salud, educación, salud sexual y reproductiva, así como protección
y seguridad económica familiar. (Comentó el representante de Plan
Internacional.)
La educación en relación a la igualdad y equidad de género
La educación es considerada como
instrumento de liberación, por ser un agente de socialización. Según la Dra.
Arana (2013) “La educación es una de las instituciones sociales que puede
contribuir con los procesos de cambio que demanda el mundo de hoy para
construir sociedades más justas y equitativas” (s.p.). En este sentido, la
educación debe aportar a un cambio de perspectiva, visibilizando las
desigualdades marcadas de género y que están naturalizadas por el determinismo
biológico.
Ese proceso
de cambio desde la educación, tiene que orientarse desde lo personal, lo
relacional y lo social. No es un camino fácil, pero sí posible.
Por
ejemplo, en lo personal, los y las educadores-as debemos formar en la toma de
conciencia de las desigualdades y cómo se concretan. Así como en el imperativo
ético de cambiar desde la cada persona, abonando a nuevos códigos y categorías
que permitan interrogar la realidad y vivirla de una forma distinta.
Ese cambio
personal es indispensable para ubicarse en el campo relacional con una mirada
diferente. También en este aspecto, los y las educadores-as jugamos un papel
central. Cabe cuestionarnos cuál es nuestra mirada, si brindamos igualdad de
oportunidades en el aula de clase para varones y mujeres. No ocurra que, desde
nuestra forma de conducir a los estudiantes, estemos remarcando las
diferencias. Un ejemplo visto por una de las participantes de esta
investigación es el siguiente: si a través de un juego un varón empuja a una mujer,
lo tachamos de descuidado y si es una niña, la justificamos que fue en defensa.
En este caso queda patente la infra y sobre protección de acuerdo al género.
En el
ámbito social, la educación puede abonar a transformaciones desde el paradigma
de género; contando con herramientas analíticas, teóricas y metodológicas que
permitan incidir en este avance complejo, que pasa por cuestionar los
fundamentos de los campos disciplinares en los que nos hemos formado porque son
saberes construidos desde la jerarquía de lo masculino. Arana (2013) expresa
que “el sistema patriarcal, tiene en su favor otros agentes de socialización
como la familia, la iglesia, los medios de comunicación, entre otros; que
garantizan su reproducción y supervivencia”. (s.p.) Por eso la importancia de
impactar en todos los ámbitos.
En síntesis, las cuestiones de género deben ser
consideradas prioritarias en la planificación de la educación, desde las
infraestructuras hasta el desarrollo de materiales o los procesos pedagógicos.
La participación total y equitativa de las mujeres es vital para asegurar un
futuro sostenible porque:
● Los roles de género son creados por la sociedad y se
aprenden de una generación a otra.
● Los roles de género son constructos sociales y se
pueden cambiar para alcanzar la igualdad y la equidad entre las mujeres y los
hombres.
● Empoderar a las mujeres es una herramienta
indispensable para hacer avanzar el desarrollo y reducir la pobreza.
● Las desigualdades de género socavan la capacidad de
las niñas y mujeres de ejercer sus derechos.
● Asegurar la igualdad de género entre niños y niñas
significa que ambos tienen las mismas oportunidades para acceder a la escuela,
así como durante el transcurso de sus estudios.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Arana, L. (2013). Algunas Reflexiones sobre Género y Educación. Trabajo
presentado en el Entorno Virtual de Aprendizaje de la Universidad
Centroamericana. Managua, 12 de julio,
(paper).
Departamentos de Educación para el Desarrollo de Ayuda en Acción,
Entreculturas e InteRed. (2009). Género y
Desarrollo Humano: una relación imprescindible. En Muévete por la Igualdad, es de Justicia. Extraído el 14 de agosto
de 2013 de www.mueveteporlaigualdad.org
Naciones Unidas (1996). Informe
de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer realizada en Beijing, 1995. Nueva York. Extraído el 13 de agosto de 2013,
de http://www.un.org/womenwatch/daw/beijing/pdf/Beijing%20full%20report%20S.pdf
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (2007). Género, Derechos y Desarrollo Humano.
San Salvador. Proyecto América Latina Genera. (Copyright PNUD)
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